Crónica Infantil Fem 1ª div: La mala hora

Para que no nos volvamos a quejar de frío, ahí viene la ola. Esa sí es de verdad. Viajamos a Santiago pertrechadas para la ocasión, pero toda precaución es poca. Calentamiento express y todo lo que tenemos a mano para no desperdiciar un grado de temperatura en el banquillo.

Pero fue de esos días en los que nos miramos y no nos vemos. Estábamos más que advertidas de que el rival contaba con el regreso de las ostensibles bajas del partido de ida, y salimos aparentemente centradas. (16-18) en el primer cuarto, con un Peleteiro fallón en las llegadas y sin mucho balance. Pero los ajustes oportunos del segundo cuarto frenaron nuestra eficacia anotadora y ellos mantuvieron la suya, así que (16-12) en el segundo. Nos vamos al descanso 2 abajo, bipolares entre el frío y la esperanza de que dure el fuelle.

Empieza la segunda parte y se materializa el cansancio mental de ver que no estamos como siempre. Más lentas, algunas poco recuperadas de sus gripes, otras cayendo… (15-5) en el tercero y no estamos defendiendo peor, pero perdemos el balón en pases tontos, ya no damos ese pasito que nos falta y el rival saca petróleo con muy poco. En el último cuarto nos dejamos ir como los que se pierden en la nieve y creen que no los van a encontrar nunca (19-7).

Paramos la frustración a tiempo para acabar con dos minutos muy dignos que salvaron el average, aunque quedaron las heridas.

"El mar crecerá con mis lágrimas…" cantaba Pastor…como en el libro de García Márquez, matamos al vecino por si acaso.

PELETEIRO (16+16+15+19) 66: Domínguez, García, Page, Oreiro, Tábora, Sáenz de Vite, Álvarez, Leza, Regueiro, Corredoira. Entrenador: David Pérez.

BÁSQUET CORUÑA (18+12+5+7) 42: Laura Ibáñez, Marta Mayor, Inés Herrero, Sara Lara, Adela Villar, Nuria Catoira, Candela Rodríguez, Martina Gutiérrez, Carolina Varela, Mayte Villca, Sara Fernández y Gabriela Vizcaíno. Entrenadoras: Edda Beltrán, Olalla Luaces y Laura Pozo.

"…el drama del desencantado que se arrojó a la calle desde el décimo piso, y a medida que caía iba viendo a través de las ventanas la intimidad de sus vecinos, las pequeñas tragedias domésticas, los amores furtivos, los breves instantes de felicidad, cuyas noticias no habían llegado nunca hasta la escalera común, de modo que en el instante de reventarse contra el pavimento de la calle había cambiado por completo su concepción del mundo, y había llegado a la conclusión de que aquella vida que abandonaba para siempre por la puerta falsa valía la pena de ser vivida"

("El drama del desencantado". Gabriel García Márquez).